La ósmosis es un proceso que ocurre cuando dos soluciones con diferente concentración son separadas por una membrana semipermeable y el agua pasa a través de ella desde una solución hipotónica a otra hipertónica. Imagina que tienes dos disoluciones de agua y sal y entre ellas la mencionada membrana que sólo permite que pase el agua. Cuando se pone en marcha la ósmosis el agua se mueve de la disolución de menor concentración a la de mayor concentración, sin que para ello se requiera energía. Las aplicaciones de este proceso y de su inverso a la vida diaria y la industria son muchas, y de gran relevancia.
En los seres vivos la ósmosis es un proceso fundamental ya que, para sobrevivir, las células deben mantener el equilibrio osmótico necesario para llevar a cabo sus funciones. Los seres vivos han desarrollado sistemas de osmoregulación que les permiten vivir en diferentes ambientes desde los más extremos hasta los menos agresivos. Ejemplos de ello son el riñón, las branquias en los peces, las glándulas de la sal en aves en lo que se refiere a vertebrados. Pero también se encuentran descritos en dicho artículo los o los mecanismos de osmorregulación de anfibios, insectos, reptiles, larvas…
Gracias a este fenómeno, y poniendo en práctica la llamada ósmosis inversa, sistema de filtración de agua mediante el uso de la presión, conduciendo el agua por una membrana semipermeable para equilibrar las concentraciones, podemos, por ejemplo, hacer posible la desalinización, la potabilización de agua, el tratamiento de aguas residuales y otras aplicaciones que nos ayudan en el día a día. También está muy extendido su uso en la industria alimentaria para fabricar productos como la fécula de patata, preconcentrados de lácteos, zumos y clara de huevo o concentrados de zumos de frutas. Otros usos son la estabilización de vinos y la fabricación de cerveza con reducido contenido de alcohol.
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